Creencias irracionales básicas

Algunos autores como Ellis resaltan tres tipos principales de creencias o comportamientos irracionales que pueden llevarnos a tener problemas con otras personas a la hora de relacionarnos.

La primera de ellas es “Las exigencias”:

Se trata de creencias que se mantienen a lo largo del tiempo de manera rígida e inflexible, referidas a cómo debería ser uno mismo, los demás o la vida en general. Por ejemplo “Debo tener siempre la aprobación de los demás porque si no, seré un fracasado”.

Las exigencias que tenemos suelen ir en relación con nuestros valores, es decir, sobre las creencias que tenemos sobre aquello que consideramos bueno o malo, importante etc. (La consecución de metas, la justicia, la amistad…)

Las exigencias que solemos tener hacia nosotros mismos suelen provocar que tengamos comportamientos inhibidos, mientras que las exigencias que tenemos hacia otras personas provocan que las conductas sean agresivas y con ira.

Las exigencias se expresan con términos como: “debería”, “Tengo que”, “es necesario que”, “habría que” etc. También suelen estar asociadas a términos con términos totalitarios como “siempre”, “nunca”, “nada”, “todo” etc. (Ejemplo: “Nunca me acompañas a casa de mi madre”, “Siempre tengo que bajar yo la basura”)

Algunos ejemplos de exigencias comunes que dificultan una buena relación (contigo mismo, en tu pareja, en el trabajo, con los hijos…)

● Debo ser aceptada/o por toda la gente a la que quiero y me quiere

● Nunca debo cometer errores

● Las demás personas deben ser agradables y actuar de manera justa

● La vida debería ser fácil para mí, y poder conseguir lo que quiero sin muchas complicaciones ni impedimentos.

● Debemos anteponer las necesidades de los otros, a las nuestras

● Hay que intentar cambiar a los demás, cuando su actitud nos parezca inadecuada o incorrecta.

Uno de los problemas principales y más importantes de tener este tipo de exigencias en nuestra forma de ser, es que nos lleva a tener expectativas poco realistas. Por ejemplo, cuando creemos que necesitamos conseguir la aprobación de todas las personas que tenemos a nuestro alrededor.

La otra opción más racional a estas exigencias es el hecho de tener normas y valores más flexibles.

Para conseguirlo, es necesario que nos cuestionemos cualquiera de las creencias que tenemos arraigadas en nuestro interior como “debería”, “tengo que” etc. Ya que suelen ignorar que siempre se pueden dar circunstancias diferentes y especiales.

Por ejemplo, la sensibilidad puede ser buena en la mayoría de las ocasiones, pero cuando esa sensibilidad es extrema y llega a hacer daño, no resulta tan buena ni sana.

O el hecho de ser sinceros, en algunas ocasiones está bien ser sincero/a y expresar lo que piensas, pero en otras, es mejor no serlo.

O querer cambiar a otra persona puede resultar válido en algunos casos, pero muy negativo en otros. Por todo ello, es mejor que nuestros valores los mantengamos como preferencias, más que como exigencias inflexibles.


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