Es la tendencia que tenemos a veces, a esperar o anteponer catástrofes sin que haya motivos ni pruebas para ello.

Por ejemplo, cuando alguien recibe una crítica constructiva de otra persona y enseguida piensa que ha sido para hacerle daño, que el otro le odia y que todo el mundo le rechazara porque piensa lo mismo.

Esta actitud catastrofista también consiste en que la persona siempre teme lo peor, exagera la posibilidad de que algo temido suceda o exagerar las consecuencias negativas que pasarían si llegase a suceder.

Alguien puede haberse formado el siguiente esquema: “no puedo permitirme de ninguna manera fracasar en mi trabajo y si lo hago, soy una completa basura que no vale para nada. Tal vez formó este esquema porque tuvo unos padres o profesores que daban una importancia exagerada al rendimiento escolar y le castigaban si “fracasaba”. O formó este esquema más tarde, por otras experiencias. Lo que importa es que este esquema existe en su mente y le crea ansiedad en el trabajo, porque hace todo con un miedo constante al fracaso, o bien abandona y apenas hace nada porque le da miedo fracasar.

También tiende a minimizar los factores atenuantes del problema en cuestión y nuestra capacidad para afrontarlo y gestionarlos.

Este pensamiento catastrofista suele comenzar muchas veces con la frase “y si…”

El catastrofismo se relaciona de manera bastante directa con las exigencias. Por ejemplo, cuando lo que exigimos no se cumple, podemos reaccionar pensando que es algo terrible.


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