A veces, invadimos, somos intrusivos y penetramos con violencia en las vidas ajenas. No damos importancia a los límites necesarios, al respeto de los territorios privados e íntimos de los demás.

Los límites nos permiten preservar nuestra salud y la de los demás. De la misma forma que nuestra piel es un límite corporal que evita las infecciones, que nos deshidratemos, y nos proporciona sensibilidad, los límites emocionales evitan que seamos invadidos o nos diluyamos en el otro.

Por este motivo, también debemos aplicar la conciencia de límites cuando manejamos nuestra información emocional.

Tal vez os resulte familiar esta experiencia: acabas de conocer a alguien y, al cabo de un momento, te está explicando su vida, sus intimidades y lo hace sin conocerte de nada, por pura necesidad de drenar.

La intimidad debería ser una danza con movimientos lentos y armónicos, de aproximación sin agresión, de dar y recibir.

¿En manos de quién depositamos nuestra intimidad y la de los nuestros?

Lo que expresamos emocionalmente, a veces por soledad, a veces por necesidad y, a veces, de forma irreflexiva, puede ser utilizado en nuestra contra.

No olvides que la información es poder, y la información emocional es el poder mayor que podemos tener sobre una persona. Puede servir para  ayudarla o para manipularla o dañarla. Por ello es importante que siempre vaya acompañada de responsabilidad emocional.


0 comentarios

Deja una respuesta

Marcador de posición del avatar

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Llamar
× ¿Cómo puedo ayudarte?