Una vez una paciente me dijo:
—¡Ojalá hubiera seguros de relaciones! Así sabría si vale la pena iniciar esta relación o si será una pérdida de tiempo.
Le hubiera gustado tener la seguridad de que el tiempo y el esfuerzo que habría invertido en aquella relación habrían valido la pena, o que, en el caso de que no funcionara, fuera posible recibir algún tipo de compensación por no lograrlo.
Pero, como decía Václav Havel, «la esperanza no es la convicción de que las cosas saldrán bien, sino la certidumbre de que algo tiene sentido sin importar el resultado final».
Nuestra vida es un combinado de situaciones en las que van variando los niveles de control. Hay cosas que básicamente dependen de nosotros, pero otras dependen de la voluntad de los demás o del mero azar. Si lo entendemos así, podemos centrarnos en nuestro margen de maniobra. El hecho de que no podamos «todo» a nivel individual no nos exime de la responsabilidad de intentar mejorar la parte que sí depende de nosotros.
Incluso en una situación en la que nuestro margen de control sea solo del 10% podemos aplicar la visión «responsabilidad 100%». Esto significa que nos vamos a ocupar de este 10% al 100%, y dejaremos de quejarnos por el resto de factores que no controlamos.
Una gran parte de los problemas actuales son el resultado de que muchas personas en el mundo dejamos de responder a este aparentemente pequeño 10%.
Y tú, ¿te ocupas de tu 10%?
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