Este hecho se da cuando solemos minimizar o negar nuestros problemas, nuestros derechos y nuestras preferencias. Puede resumirse en pensar y sentir “no me importa”, “no tiene importancia”, “paso del tema” etc, cuando realmente son cuestiones importantes para nosotros. Se contrapone a las exigencias y al catastrofismo, pero también suele obstaculizar o incluso, impedir, el ser asertivos. Puede parecer desde fuera un comportamiento cobarde, porque estas personas no suelen enfrentarse a los
problemas ni afrontarlos. Pero las consecuencias de la minimización, a medio y largo plazo, suelen ser muy negativas, ya que, se mantienen expectativas poco realistas, los conflictos y problemas a los que no se enfrentan, aumentan, y si no se lucha por lograr lo que se quiere, se pierden una gran cantidad de oportunidades y el sentimiento que queda es de frustración e inseguridad.
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